¡Qué mucho se habla de victoria y cuántos se desviven por obtenerla! Comenzando por los atletas, quienes se someten a una rutina de dieta y ejercicio, en ocasiones exagerada, le siguen los gobiernos que ya no saben qué más hacer y cuáles estrategias usar para ver unos logros en tantas áreas que, en vez de mejorar empeoran cada vez más, los hogares, que cada día son más los disfuncionales, intentando con terapias, retiros, conferencias, etc. y las cosas siguen igual ... Todos en sus respectivos entornos tratan de conseguir a su manera, la victoria por sus esfuerzos, pero, buscando en ello su propia satisfacción, elogios de los demás, y premios a su ego.

La verdadera victoria está en Jesús, y la que se obtiene para darle a Él toda la gloria y toda la honra, porque si somos más que vencedores es porque Él obtuvo la victoria para nosotros, sin que nadie la mereciera, ni pudiera comprarla o ganarla, por más que lo intente.

En cada victoria obtenida en el mundo, acuérdate de darle la gloria a Dios y reconoce que por sobre todas, está la de más valor, la que es vital y necesitada por todos. Si aún no lo has hecho, dale hoy tu corazón a Jesús y comienza a disfrutar de la verdadera victoria desde hoy y por toda la eternidad.