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         ¡No la dejes Pasar! 
                                                                
        
        
         La 
        bendición pasó por tu lado, y no la advertiste; Se cruzó en tu camino, y 
        desviaste tu andar; Tocó a tu puerta, la entreabriste, te asomaste, y la 
        volviste a cerrar. Sutilmente, volvió a tocar, y en esta ocasión, la 
        echaste fuera con palabras que jamás debiste pronunciar. Mas, ¿sabes 
        qué? No se ha ido;  aún te está esperando pacientemente... en el 
        umbral, cual 
        pajarito posado en tu ventana buscando alegrarte con su cantar.  
        
        ¿En cuántas ocasiones has estado esperando una bendición 
        especial? 
        Pasan los días, los meses y los años y eso que, en un principio te 
        mantenía a la expectativa, se ha convertido en un sueño sin realizar, 
        tornándose la emoción y excitación de la espera en desánimo y 
        resignación. A veces esperamos que el regalo nos llegue a las manos 
        como en bandeja de plata. "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria 
        de Dios?" (Juan 11:40) 
        
        El ser humano es especialista forjando y diseñando sus 
        proyectos conforme a sus propias ideas, intereses y hasta caprichos, 
        olvidando o ignorando que nuestra mente no es como la de Dios; 
        sus propósitos 
        difieren de los nuestros; 
        sus pensamientos no son como nuestros pensamientos... Los 
        suyos son más Altos y, por lo tanto, más convenientes y de la más 
        completa garantía para nuestra seguridad, aunque no lo entendamos. 
        
        Nos sentamos a esperar a que Dios nos bendiga de tal o 
        cual manera y, en esa espera futura dejamos pasar lo hermoso y valioso del 
        momento presente. No desperdiciemos el tiempo esperando lo que habrá de 
        llegar; no desaprovechemos la oportunidad de hoy, y echemos mano de la 
        bendición que ya llegó, la que está ante ti y ante mí, AHORA. Este es el 
        día que hizo el Señor para que nos gocemos y alegremos en él. Este puede 
        ser el día de la mayor y más valiosa de las bendiciones... ¡No la dejes 
        pasar!  
        
        Hay bendición oculta en la crisis de hoy, en la necesidad, en el esfuerzo, en el 
        problema que te quiere robar el sueño... aunque tu mente se niegue a 
        aceptarlo. El Dios que no cambia dice: "Yo te doy los tesoros escondidos 
        y los secretos muy guardados, para que sepas que YO SOY Dios." (Isaías 
        45:3) Cosas inimaginables tiene nuestro Dios hoy para los que le aman. 
        (1 Corintios 2:9) 
        
        Desvía tu mirada del 
        obstáculo y busca tu tesoro en 
        el Amado Salvador, la mayor y más valiosa bendición siempre presente; 
        deléitate  en Él Hoy y Ahora... 
        ¡JESÚS es tu Bendición 
        y mi 
        Bendición!  
        
        Nuestro Dios no es un 
        Dios de ayer ni de mañana... es el Dios de HOY, el Hoy eterno. Su 
        calendario no es como el nuestro. Él no le 
        dijo a Moisés: Yo soy el que fui, o el que seré; Dios dijo a Moisés: YO 
        SOY EL QUE SOY. Descansemos en Él y recibiremos la revelación del cielo 
        para conocerlo. “Estad quietos, y 
        conoced que YO SOY Dios.” (Salmos 46:10) 
        
        [En cierta ocasión, 
        Un campesino y su 
        hijo caminaban juntos en un día de verano, y el padre le dijo al 
        muchacho:  
        
        -Hijo, recoge esa herradura que está tirada a la orilla del 
        camino. 
        -¡Bah! 
        ...-respondió el chico-, no merece la pena agacharse, pues eso no vale 
        ni dos pesetas. 
        
        El padre la cogió y 
        se la echó al bolsillo. En la primera aldea que encontró la vendió por 
        cinco pesetas, con lo cual compró una cantidad de cerezas.  
        
        El país pasaba por 
        una sequía y el calor era insoportable. El muchacho abría la boca para 
        aspirar aire que aliviara la sequedad de su garganta. El padre, 
        entonces, dejó caer descuidadamente una cereza. El muchacho enseguida se 
        dobló y la recogió con tanto afán como si hubiera sido oro y se la llevó 
        a la boca. Luego, el padre fue dejando caer otra y otra las cuales el 
        muchacho recogía con celeridad. Al acabarse todas, el padre se volvió 
        hacia su hijo sediento y le dijo: 
        
        -Si te hubieses 
        agachado una sola vez para recoger la herradura no hubieras tenido que 
        agacharte más de veinte (20) veces para recoger las cerezas. Recuerda el 
        dicho que dice:  
        
        Muchas veces la pereza 
        o el orgullo o el capricho 
        suelen privar a las gentes 
        de seguros beneficios.] 
        Historia de: Anécdotas e 
        Ilustraciones  
                                                                
        
        El reino de los 
        cielos lo arrebatan los esforzados, los atrevidos 
        y los valientes...  
                                                                
        
        ¡Mira! "He aquí ahora 
        el tiempo aceptable; he aquí ahora el tiempo de salvación." (2 Corintios 
        6:2) 
                                                                
        
          
          
            
              | 
               
              Yo estoy a la puerta y llamo; 
              si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con 
              él y él conmigo. (Apocalipsis 3:20)  | 
             
           
          
         
                                                                
          Por: Zaida C. de Ramón 
      Julio 2015  
         
        
         
                                                                
        
          
                                                                
        
        Todo lo puedo "en Cristo" 
                                                                
        
        
         Dice 
        Charles Swindoll en uno de sus artículos: "Mientras más 
        tiempo pasa, más me convenzo del efecto que tiene la actitud en la 
        vida. La actitud, para mí, es más importante que los hechos, más 
        importante que el pasado, que la educación, que el dinero, que las 
        circunstancias, que los fracasos, o el éxito, que lo que otras personas 
        piensan, dicen o hacen. Es más importante que la apariencia, los 
        atributos, o talentos. Lo interesante es que todos los días tenemos que 
        elegir la actitud que hemos de asumir durante ese día. 
        
          
        
        No podemos cambiar 
        el pasado. Tampoco podemos cambiar el hecho de que las personas 
        actuarán de cierta manera. Lo único que sí podemos hacer es jugar con 
        la única carta que poseemos, y eso es, la actitud ante cada 
        circunstancia. Estoy convencido que la vida es 10% lo que me sucede a 
        mí y 90% cómo reacciono ante ello. Todos estamos en control de 
        nuestras actitudes." (Charles Swindoll) 
        
        Definitivamente, 
        no es la circunstancia con la que esté lidiando en el momento, lo que 
        controla mi vida, sino, la actitud que asuma ante ella. Y la pregunta 
        es: ¿Cómo tomar autoridad sobre cada situación, y salir airoso/a? 
        ¿Estamos siempre preparados para tomar la actitud correcta ante la 
        adversidad del momento? ¿Será suficiente el fundamentar cada actitud en 
        pensamientos positivos y frases leídas y aprendidas salidas de cabezas 
        humanas?  
        
        "Transfórmense por 
        medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la 
        voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto." (Romanos
        12:2 
        RVC) 
        
        Dice la Biblia que 
        los pensamientos salen del corazón; y el corazón es purificado por medio 
        de la fe; y la fe viene por el oir la Palabra de Dios. (Mateo 12:35, 
        Hechos 15:9, Romanos 10:17) ¿Cuál debe ser, entonces, el primer paso que 
        se debe tomar? -Renovar nuestra mente con la Palabra de Dios para que 
        cada actitud sea conforme a Su perfecta voluntad. Y esto, de día en día. 
        Según alimentamos el cuerpo, también nuestro espíritu debe ser nutrido. 
        Si dejas de comer un día, tu cuerpo se debilita, asimismo pasa con el 
        espíritu. No es una vez a la semana; es todos los días... 
        
        Esgrimiendo, 
        entonces, la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, y tomando 
        firmemente el escudo de la Fe, podemos adoptar la actitud precisa para 
        apagar todos los dardos de fuego que el maligno tira a la mente buscando 
        desviar nuestra mirada de Jesús, el autor y consumador de nuestra Fe.  
        
          
        
        Pero, ¿realmente 
        alimentamos nuestro espíritu como hacemos con el cuerpo físico? Si la 
        contestación a esa pregunta no es en la afirmativa, pues ahí está la 
        razón por lo cual no siempre asumimos la actitud correcta conforme a la 
        Palabra de Dios ante cada circunstancia.  
        
          
        
        Si un cuerpo débil 
        se enfrenta ante su adversario, éste será noqueado antes de comenzar la 
        primera ronda. Asimismo, un espíritu débil jamás podrá salir airoso ante 
        las provocaciones y acechanzas de las huestes espirituales de maldad. 
        
          
        
        "Por tanto, tomen 
        toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y 
        habiendo acabado todo, estar firmes. (Efesios 
        6:13) 
        
          
        
        No hay otra 
        salida... “Fortalézcanse en el Señor, y en el poder de su fuerza.” Y 
        estaremos preparados para, en Fe y con autoridad, confesar sin temor 
        alguno: “Todo lo puedo "en Cristo" que me fortalece”. (Efesios 6:10, 
        Filipenses 4:13) 
        
          
        
        Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, 
        todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen 
        nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. 
        (Filipenses 4:8) 
          
                                                                
        
          
                                                                
        Por: Zaida C. de Ramón 
      Junio 2015 
         
                                                                
        
         
                                                                
        
          
                                                                
        
        Las Palabras no me Alcanzan 
                                                                
        
         El 
        día en que el velo que cubría mi corazón fue quitado al toparme con 
        Aquel que anhelaba mi alma, mis ojos espirituales fueron abiertos y 
        comencé a ver y a disfrutar  de aquello que hasta entonces había estado 
        oculto, el maravilloso y real mundo de la Fe. Salí de la mentira al 
        conocer la Verdad; las sendas equivocadas que me tenían extraviada y 
        confundida desaparecieron al llegar al verdadero Camino; las tinieblas 
        se desvanecieron al instante al llegar la Luz a mi vida. ¡JESÚS llegó, 
        me deslumbró y se adueñó de mi corazón! 
        
        Al encontrarme de 
        improviso en otro mundo, no me sentí fuera de lugar, todo lo contrario, 
        todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo, vivió la experiencia de haber 
        llegado a casa… como el pecesito que entra al agua para disfrutar del 
        ambiente perfecto conforme a lo que el Creador había dispuesto para su 
        mayor deleite. Y lo más hermoso… comencé a advertir los brazos tiernos 
        de mi Amante Salvador rodeándome y sus manos fuertes y seguras, 
        dirigiéndome y protegiéndome. Mi Padre Celestial me encomendó al Buen 
        Pastor y de su mano nadie me arrebatará. ¡Te adoro, Admirable! 
        
        El Espíritu Santo, el 
        responsable de esta historia, quien se dio a la tarea de preparar el 
        encuentro entre Jesús y mi persona, continuó lo que comenzó en aquel día 
        inolvidable, y así ha estado desde entonces, revelándome, enseñándome, 
        dirigiéndome, redarguyéndome, alertándome, fortaleciéndome, y 
        provocándome a adorar y glorificar al único merecedor de toda gloria, 
        honra y alabanza: Jesucristo el Señor. ¡Cada día le amo más! 
        
        ¿Ha sido todo “peaches 
        and cream” como dice el anglosajón, o todo color de rosa como decimos 
        los hispanos? Pues… ha sido una aventura sumamente interesante desde el 
        momento mismo en que comencé a proclamar a los cuatro vientos que mi 
        conversión a Cristo no se dio en el aire, ni en la arena, sino sobre la 
        Roca, y que no entré al ejército espiritual a jugar sino a guerrear, 
        revelándome el Espíritu Santo de Dios que mi lucha no es contra la gente 
        ni contra las circunstancias, sino contra las huestes espirituales de 
        maldad que están detrás. Y como el que está en mí es mayor que el que 
        está en el mundo, confieso de día en día que por Jesús soy más que 
        vencedora. Vivo en VICTORIA porque permanezco en la Fe del Hijo de Dios… 
        
        Mi vida en el Señor se 
        da naturalmente. El seguir renovando mi entendimiento por medio de la 
        Palabra, el mantener mi amistad en una relación personal e íntima con mi 
        Dios, y el hablar de sus bondades y grandezas, es mi vida… Todo lo hace 
        Él desde el principio hasta el final. No practico una religión; vivo… la 
        Vida. “Jesucristo en mí, la esperanza de Gloria.”  
        
        “Hay momentos, que 
        las palabras no me 
        alcanzan para decirte lo que 
        siento, por Ti, mi buen Jesús. Yo te agradezco por todo lo que has 
        hecho, por todo lo que haces, por todo lo que 
        harás...” 
        
        Así canta el corazón 
        agradecido por la 
        misericordia, fidelidad e inmensidad del amor de Dios. 
        “Las palabras 
        no me alcanzan para decirte lo que siento, por Ti, mi buen Jesús.”
         
        
        Los que hemos vivido 
        la experiencia de encontrarnos con el Admirable seguimos caminando con 
        Él de la mano, gozándonos en su compañía, en su amistad y en su amor, e 
        instando a tiempo y fuera de tiempo para que otros también puedan ser 
        bendecidos. 
        
        Si tu 
        alma está sedienta, ven a Él y bebe de la fuente de agua que salta para 
        vida eterna. Quien quiera conocer el verdadero amor, haga la paz con 
        Dios y entre en amores con el Amado.  
        
        “Bajo la sombra del 
        Deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar. 
        Me llevó a la casa del banquete y su bandera sobre mí fue Amor.” Cant. 
        2:3-4 
                                                                
        
          
                                                                
        Por: Zaida C. de Ramón 
      Mayo 2015 
         
        
         
                                                                
        
          
                                                                
        
        Padre, Perdónalos... 
                                                                
        
         Venida 
        la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo 
        entraron en consejo contra Jesús para entregarle a muerte. Y le llevaron 
        atado y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. (Mateo 27:1-2) 
         
        Fueron los religiosos, aquellos que se vanagloriaban por los vastos 
        conocimientos que habían adquirido, los que confesaban con su boca que 
        amaban a Dios por sobre todas las cosas, quienes llevaron al Hijo de 
        Dios hasta la muerte y muerte de cruz. "Y Pilato les respondió diciendo: 
        ¿Quieren que les suelte al Rey de los judíos? Porque conocía que por 
        envidia le habían entregado los principales sacerdotes." (Marcos 
        15:9-10) 
         
        Sí, fue la envidia, "la carcoma de los huesos" (Proverbios 14:30) lo que 
        el diablo sembró en el corazón de los que se consideraban más buenos y 
        santos que el resto del pueblo. Veían en Jesús lo que ellos no tenían y 
        deseaban tener; intentaban llegar a Dios, no por el camino de la 
        mansedumbre y humildad que emanaba de Jesús, sino, por la ruta del 
        salmón, nadando en contra de la corriente; mientras más se esforzaban en 
        buscar a Dios, más se alejaban.  En vez de reconocer su naturaleza 
        pecaminosa, arrepentirse y humillarse ante Dios, se justificaban a sí 
        mismos cual Adán cubriéndose con hojas de parra, sin querer reconocer en 
        Jesús al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. ¡Si hubieran 
        entendido que Aquel a quien ellos crucificaron permitió que lo llevaran 
        cual oveja al matadero por amor a ellos! ¡Cuán grande el Amor de Dios! 
         
        Y como entonces, así también ahora. Todo aquel o aquella que ha decidido 
        seguir a Cristo también sufrirá persecución. "Porque si en el árbol 
        verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?" (Lucas 23:31) 
        Mas... "Bienaventurados son cuando por mi causa los vituperen y los 
        persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes, mintiendo. Gócense y 
        alégrense porque su galardón es grande en los cielos..." (Mateo 5:11-12) 
         
        Cuando se ha llegado al camino que lleva al Padre y se ha recibido la 
        revelación de Quién es la verdad, es imposible no realizar que en eso 
        nos va la vida. Quien se ha encontrado con Jesús en el camino jamás 
        cambiará la miel por el ajenjo; el que mira para atrás no le ha visto ni 
        le ha conocido. Y quien ha salido de las tinieblas para disfrutar de la 
        luz admirable jamás añorará ni el mejor momento que pudo haber 
        disfrutado en el engañoso mundo. En la vida del seguidor de Cristo todo 
        ha sido hecho nuevo. Y, ¡Qué deleitable   es vivir en amistad y en la 
        presencia del Dios Todopoderoso! No hay nada ni nadie que pueda apartar 
        a los hijos de Dios de Su amor. 
         
        "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o 
        persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está 
        escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados 
        como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que 
        vencedores por medio de aquel que nos amó." (Romanos 8:35-37) 
         
        "He visto a gente malvada y despiadada florecer como árboles en tierra 
        fértil. Pero cuando volví a mirar, ¡habían desaparecido! ¡Aunque los 
        busqué, no pude encontrarlos! Miren a los que son buenos y honestos, 
        porque a los que aman la paz les espera un futuro maravilloso." (Salmos 
        37:35-37 NTV) 
         
        "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34) Los que 
        crucificaron a Cristo, ¿no sabían lo que hacían? Sí, sabían lo que hacían 
        físicamente, mas espiritualmente estaban ciegos; en esa dimensión 
        desconocida para ellos no sabían lo que hacían y mucho menos lo que les 
        esperaba. ¡Si hubieran sabido lo que era JESUCRISTO para su Paz jamás lo 
        hubieran crucificado! Mas lo que estaba escrito tenía que suceder; si 
        así no hubiera ocurrido, tú y yo no lo hubiéramos conocido ni tendríamos 
        esperanza alguna. ¡Alabado y Exaltado sea el nombre de Jesús por siempre 
        y siempre! 
         
        "En el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los 
        cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese 
        que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre." (Filipenses 
        2:10-11) 
        
        Siendo Dios muy bien podía 
evitar aquel suplicio; 
mas acepta el sacrificio 
con estoica valentía. 
                                                                
        
         
Quien a la cruz le sujeta, 
no son los clavos punzantes. 
Es su Amor, Su Amor triunfante, 
quien logra que allí esté quieta 
                                                                
        
         
Su incomparable figura. 
                                                                
        
        Aquel cuerpo inmaculado, 
que carga con el pecado 
de las humanas criaturas. 
                                                                
        
        No existe razón más fuerte. 
Es ese Amor escondido 
en la cruz, que reverente, 
hasta el más indiferente 
la contempla conmovido. 
                                                                
        
        Versos del Poema: El Amor Crucificado 
        de Daniel Nuño 
                                                                
        Por: Zaida C. de Ramón 
      Abril 2015 
         
        
         
                                                                
        
          
                                                                
        
         Y... lo Damos por Hecho 
                                                                
        
          
                                                                
        
        "Que todo lo que soy alabe al Señor; con todo el corazón 
        alabaré su santo nombre. Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca 
        olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Él perdona todos mis 
        pecados y sana todas mis enfermedades. Me redime de la muerte y me 
        corona de amor y tiernas misericordias. Él colma de bienes mi vida y me 
        rejuvenece como a las águilas." (Salmos
        103:1-5) 
        
        Estamos tan 
        acostumbrados a tomar las cosas "for granted" como dice el anglosajón, o 
        como decimos los hispanos, "dar por hecho"o "dar por sentado", que no 
        realizamos que eso que, durante toda nuestra vida nos ha llegado como 
        bendición, lo subestimamos y no lo valoramos. Las bendiciones 
        espirituales, físicas y materiales las tomamos como si nos las 
        mereciéramos...  
        
          
        
        La salvación del 
        alma, la salud de nuestro cuerpo, cada necesidad suplida, el sol que nos 
        alumbra y calienta, la luna y las estrellas que adornan el firmamento en 
        la noche, el oxígeno que respiramos, la lluvia que mantiene con vida las 
        plantas que nos dan su alimento, la brisa que nos refresca, y cada 
        persona que ha sido instrumento de bendición en nuestras vidas... todo 
        eso y más debiera mantenenernos en actitud de agradecimiento hacia un 
        Dios que no se cansa de bendecir. ¡Cuántas acciones de gracias de lo más 
        profundo de nuestro ser debieran manifestarse en nuestras vidas cada 
        mañana al despertar!  
        
          
        
        En cierta ocasión 
        meditaba en algo tan simple como un exquisito plato de comida que, como 
        obsequio, alguien puso en la mesa de una familia. En un santiamén se 
        devora el manjar y se da las gracias acostumbradas por cortesía, sin 
        profundizar en el valor real y justo que tal obsequio merece que se le 
        dé, pasando por alto el esmero, el esfuerzo y el tiempo que le tomó a la 
        persona que lo confeccionó para agradar el paladar de los comensales. Y 
        sobre todo eso, el Dios de amor siempre dispuesto  a usar a quien se 
        deje usar para bendecir, no por mérito alguno, sino, por gracia... 
        
          
        
        Y es que cuando 
        nuestras necesidades son suplidas de día en día pasamos por alto el 
        valor que tiene tan grande bendición. Nadie valora tanto un plato de 
        comida como esa persona que en algún momento careció de ella. Cuando 
        nuestra salud es afectada, ¡Cuánto la valoramos cuando la disfrutábamos! 
        Quienes han perdido su trabajo, ¡Cuán bendecidos piensan que fueron 
        cuando lo tenían! Todo lo que nos llegó como bajado del cielo, y que en 
        su momento no lo apreciamos justamente, ¡Cuánto valor le damos 
        entonces!  
        
          
        
        ¿Quién está detrás de 
        cada bendición que tomamos por hecho como si la hubiéramos ganado? - El Padre 
        Celestial, el Creador de todo lo creado, el Dios Soberano quien no hace 
        nada que no suponga bienestar para sus criaturas; el Dios a quien muchos 
        le adjudican los sufrimientos, las crisis, los problemas, e infinidad de 
        males; Aquel que todo lo creó para buenos y malos, para los que creen en 
        Él y para quienes lo niegan, para quienes se deleitan en su presencia y 
        los que lo ignoran, para aquellos que reconocen su necesidad y para los 
        pre-potentes, para los humildes y para los soberbios y orgullosos... "El sol que Dios creó sale para todos." 
        
          
        
        No ha conocido el 
        amor verdadero quien concibe a Dios como un Dios castigador. Dios no 
        quiere el mal para sus criaturas; sus pensamientos son de paz y no de 
        mal. "Porque yo sé muy 
        bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de 
        bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza." 
        (Jeremías 29:11 NVI) 
        
          
        
        Desde antes que 
        fuéramos concebidos ya el Dios Soberano había diseñado su plan perfecto 
        para bendecirnos completa y totalmente en todas las áreas de nuestras 
        vidas, una vida en abundancia. ¡Y pensar que vivimos cada día recibiendo 
        y recibiendo sin realizar que detrás de cada dádiva hay un Dador que no 
        cesa de colmarnos de sus bondades y beneficios! -¿Acaso porque nos 
        considera buenos? ¿Acaso lo merecemos? ¿Acaso quien más recibe es porque 
        hizo algo para ganarlo? -Jamás ser humano alguno será merecedor del amor de Dios el 
        cual es manifestado para que sepamos que cuando no lo amamos a ÉL, Él 
        nos amó a nosotros con el propósito de acercarnos a Él... Para eso envió 
        a Jesucristo, su Amor personificado. 
        
          
        
        Dispongamos nuestros 
        corazones para ver en todo tiempo y dondequiera que miramos, la mano 
        dadivosa del Dios de Amor Quien, desde el principio hasta el fin, ha 
        estado, está y estará bendiciendo sobremanera a todas sus criaturas. El 
        Padre Celestial no puede hacer otra cosa que amar porque Dios es AMOR... 
        '' 
        
          
        
        "Nosotros hemos 
        llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece 
        en amor, permanece en Dios, y Dios en él." (1 Juan 4:16 NVI) 
          
                                                                
        Por: Zaida C. de Ramón 
      Marzo 2015 
         
        
         
                                                                
        
          
                                                                
        
        ¿Aún hay Esperanza? 
                                                                
        
        
         Un 
        locutor de Chicago lleva su micrófono a la estación central de 
        ferrocarriles y pregunta a diferentes personas su opinión sobre temas de 
        importancia. La pregunta de cierta semana fue: ¿Quién o qué cree usted 
        que es la esperanza que le queda aún a este mundo?" Recibió las 
        siguientes respuestas…  
        
        Un soldado  del 
        estado: -"No sé; no tengo ni la menor idea." 
        
        Un contable: "Un 
        buen presidente." 
        
        Un ingeniero: "Un 
        renacer de la espiritualidad." 
        
        Un vendedor 
        ambulante: "Hacer lo que es debido." 
        
        Un médico y otras 
        personas: "La paz." (La mayoría de los que contestaron así no tenían la 
        seguridad de que fuera posible conseguirla.) 
        
        Una enfermera 
        jubilada: "Esa es una pregunta demasiado difícil para mí." 
        
        Un estudiante de 
        derecho: "Un buen gobierno." 
        
        Otro estudiante de 
        derecho: "Educar a la gente." 
        
        Un operador de 
        computadoras: "Necesitamos a Dios. El hizo al mundo y El lo mantendrá en 
        marcha." 
        
        La de un empleado 
        de ferrocarriles fue, sin duda, la más exacta y decidida: "La esperanza 
        del mundo es que las personas se hagan todos hermanos, creyendo en el 
        Señor Jesucristo." 
        
        El apóstol Pablo 
        se refirió a esa esperanza como el misterio revelado a los gentiles: 
        "Cristo en ustedes, la esperanza de gloria." (Colosenses 1:27) Y es que 
        es Cristo y sólo Cristo la solución a un mundo en crisis, a una sociedad 
        maltrecha,  a hogares disfuncionales, a familias desorientadas, a 
        personas confundidas cuyo fundamento de vida, para una gran mayoría, es 
        la religión vana con sus huecas sutilezas según las tradiciones de los 
        hombres.  
        
        “Cristo es la 
        piedra viva, desechada por los hombres, mas para Dios es escogida y 
        preciosa. (1 Pedro 2:4) Esa es la salida; en eso estriba la esperanza… 
        "Porque en Cristo Jesús no son las buenas obras lo que cuenta; sino una 
        nueva creación."  
        
        No habrá paz, no 
        habrá sosiego, no habrá victoria alguna hasta que cada cual, personal e 
        individualmente reconozca a Jesucristo como su Salvador. "Arrepentíos, 
        porque el reino de los cielos se ha acercado." Eso dijo Jesús cuando 
        comenzó a predicar. (Mateo 4:17) "Bienaventurados los pobres en 
        espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos; Los que tienen 
        hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados; Los de limpio 
        corazón, porque ellos verán a Dios." (Mateo 5) 
        
        ¡Levantemos en 
        alto el nombre que es sobre todo nombre; exaltemos al Salvador del 
        mundo, Jesucristo el Rey, Dios y Señor! El que bajó del cielo para que 
        tú subieras; quien se hizo pobre para que tú te enriquecieras; quien 
        murió para que tú vivieras… ¡No hay quien lo iguale; no hay otro como 
        El!  
        
        En El tenemos un 
        Amor que nadie puede cuestionar; una vida que jamás morirá… una paz más 
        allá de toda comprensión… un descanso que nada ni nadie puede perturbar… 
        un gozo que ninguna adversidad mengüará… una esperanza que jamás será 
        defraudada… una gloria que las tinieblas más densas jamás podrán 
        empañar… una luz que nada ni nadie puede opacar… una fortaleza que nunca 
        será debilitada… una pureza que no se puede manchar… una belleza que 
        jamás se marchitará… una sabiduría imposible de ser confundida… recursos 
        que jamás se agotarán… una amistad con Dios el Padre que nadie puede 
        tronchar… una vida junto a El por toda la eternidad. 
        
        “El Dios de 
        esperanza les llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en 
        esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13) 
        
        No hay otro nombre 
        en la tierra 
        tan poderoso y sublime, 
        como el nombre del Ungido. 
        El Mesías prometido... 
        Jesucristo el que redime. 
        
        Nombre que ofrece 
        a los hombres 
        vida eterna y redención, 
        consuelo a los afligidos, 
        y al que llora arrepentido, 
        las delicias del perdón. 
        
        No hay para el 
        hombre extraviado 
        otro nombre más hermoso, 
        ni con tantas garantías. 
        Sólo en Jesús, el Mesías, 
        las almas hallan reposo. 
        
        No busquéis otros 
        recursos, 
        porque no hay más solución 
        que la que Dios ha provisto. 
        Sólo en el nombre de Cristo 
        se encuentra la salvación. 
        
        Versos del 
        poema: No hay otro Nombre 
        Daniel Nuño 
                                                                
        Por: Zaida C. de Ramón 
      Febrero 2015 
         
                                                                
        
         
                                                                
        
          
                                                                
        
        Dale la Mano 
                                                                
        
        
          
        
        “Encomienda al Señor 
        tu camino; confía en Él; y Él hará.” Salmo 37:5 
        
        ¿Cuántas veces has 
        tomado decisiones que, en vez de ayudarte a avanzar, te han detenido? 
        Luego, cuando enfrentas los resultados que en nada son los que 
        esperabas, ¿no te detienes a realizar que han sido producto de tu propio 
        juicio tomado a la ligera y sin buscar la dirección de quien sabe mejor 
        que nosotros lo que nos conviene? Dice la Biblia que: “Es necio quien 
        confía en su propio corazón; mas el que camina en sabiduría será 
        librado.” (Proverbios 28:26)  De muchas aflicciones nos libra el Señor 
        cuando permitimos que Él nos dirija.  
        
        Desde el principio el 
        ser humano se ha considerado independiente y autosuficiente, sin sentir 
        la necesidad de la guianza de su Creador para subsistir. Así es su naturaleza... 
        Mueven su propio brazo, o 
        buscan el apoyo de sus congéneres, mas a Dios ignoran.  Mejor es confiar 
        en Dios que confiar en el hombre... 
        
        Yo he vivido la 
        realidad de que, separados del Señor, nada podemos hacer... Mas, tal 
        entendimiento no llegó a mi corazón por arte de magia ni por esfuerzo 
        propio alguno ni de nadie... El amor de Dios se manifestó a mí en una 
        experiencia personal y única de justificación por la fe en Jesucristo; 
        sacándome el Señor de las tinieblas y plantándome en  su luz admirable, 
        moviéndome del mundo natural al mundo de la fe. Mis ojos se abrieron y 
        entonces comprendí que, “La justicia de Dios es revelada por fe y para 
        fe, como está escrito: El justo por la Fe es que vivirá.” (Romanos 1:17) 
        No es lo que vea, sino lo que crea... Y al igual que yo, todos aquellos 
        que han sentido la necesidad imperiosa de que el Dios del cielo les 
        dirija. 
        
        Por tanto, para poder 
        confiar en Él, debemos dejar de confiar en nosotros mismos o en los 
        demás... considerando al ser humano un ente inútil y desprovisto de 
        poder para hacer la diferencia entre el vivir y el mero existir. 
         
        
        Es imposible, para el 
        pámpano que brota del árbol, poder permanecer con vida si es separado 
        del tronco y privado de la savia que lo sustenta. Así mismo, el ser 
        creado por Dios no puede vivir separado de su Creador. Existe, pero no 
        vive la vida victoriosa y abundante que Dios proveyó a través de su Hijo 
        Jesucristo. “Confía en el Señor de todo tu corazón, y no dependas de tu 
        propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus 
        veredas.” (Proverbios 3:5-6) 
        
        Cada decisión tomada 
        es como una semilla sembrada; la calidad de cada una determinará los 
        frutos que habrán de segarse en su tiempo; serán buenos o serán malos. 
        Estos no se ven inmediatamente; tiene que pasar un tiempo considerable, 
        a veces bastante largo, antes de ver los buenos resultados o... las 
        consecuencias. Conforme a la semilla que se siembra, así son los 
        frutos que se recogen, pues,  “Todo lo que el hombre sembrare, eso 
        también segará.” (Gálatas 6:7) Si es el Príncipe de Paz quien te dirige, 
        tus frutos serán dulces como la miel...  
        
        Lo interesante es que 
        en Cristo no hay que esforzarse para producir buen fruto; se da 
        naturalmente si  permanecemos en Él... Él es la simiente incorruptible; 
        Cristo es la semilla. “El fruto: Cosas buenas, rectas y verdaderas 
        (bondad, justicia y verdad).” (Efesios 5:9) 
        
        Al comienzo de un 
        nuevo año, detente; haz un alto y enfréntate a una evaluación sincera de 
        los frutos que hasta ahora has segado. ¿Hay anhelo de un cambio de 
        semilla, o prefieres seguir como hasta ahora, valiéndote de ti mismo/a, 
        aún viendo que los frutos recogidos, más que endulzar tu vida, la han 
        amargado? 
        
        Dice el apóstol Pablo 
        en su carta a los Romanos que “todos los que son guiados por el Espíritu 
        de Dios, éstos son hijos de Dios.” (8:14) Y, son hechos hijos de Dios, 
        aquellos que creen de corazón en el nombre de Jesucristo y lo confiesan 
        con su boca para salvación. (Juan 1:12) (Romanos 10:9-10)   
        
        De manera que, si aún 
        no te has rendido ante los pies del Admirable Príncipe de Paz, y deseas 
        darle las riendas de tu vida... “He aquí ahora el tiempo aceptable; he 
        aquí ahora el día de salvación.” (2 Corintios 6:2)  
        
        Enfréntate al nuevo 
        año con un espíritu nuevo, una mente nueva y un nuevo corazón... lo que 
        realmente vale: No un nuevo año sino, una nueva creación... mirando 
        hacia un futuro lleno de gloria y esperanza. Son los valientes, osados y 
        atrevidos quienes arrebatan el reino de los cielos...  
        
         “... el que siembra 
        para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:8) 
         
                                                                
        Por: Zaida C. de Ramón 
      Enero 2015 
         
                                                                
        
            
                                                                
                                                                                        
                                                                
                                                              
                                                                
                                                                                
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                                                                                Exaltando a Jesús
        
                                                                
                                                              
                                                                
                                                                                
                                                                                Artículos PDF para Descargar 
                            
        
                                                                
                                                              
                                                                
                                                                                
       
 
                                                                
                                                              
                                                                
        
                                                                
                                                              
                                                                
        
                                                                
                                                              
                                                                
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