Hay un mal del cual, en todas partes del mundo, muchos adolecen, pero... en mi país es tan común, que ya, aunque nos cause tristeza y nos duela admitirlo, tenemos que aceptar que se ha hecho parte de nuestra cultura.  Me refiero a la falta de puntualidad. 

¿Qué significa ser puntual? Conforme al diccionario, la definición comprende lo siguiente: "Pronto, diligente, exacto en la ejecución de las cosas; especialmente se dice de lo que se cumple a la hora o plazo convenido." Es sentir respeto por los demás cumpliendo con cada compromiso contraído en la hora que se ha determinado. La persona puntual se gana la confianza de los demás, no así los que no lo son.

Tan arraigada al estilo de vida está tal práctica en nuestra sociedad, que ya, muchas de las actividades llevadas a cabo en los diferentes lugares son programadas tomando en cuenta este mal hábito, optando por informar en el horario de la invitación, una hora antes de lo previsto para comenzar una hora después. Los responsables son los que pagan el precio teniendo que esperar una hora y a veces más por causa de unos indisciplinados.

Aún en las iglesias donde la hora de comenzar los cultos es siempre la misma, y donde nuestra cita al lugar no es con los hombres sino con Dios, vemos cómo van llegando por filtración, en ocasiones, exactamente una hora tarde y más de eso, interrumpiendo así el servicio del momento, y restándole importancia a la reverencia y respeto que se nos demanda como personas civilizadas y llamadas cristianas. Lo interesante del caso es que... son siempre las mismas personas las que han hecho de esta práctica su estilo de vida. Y más interesante todavía es, el hecho de que siempre tienen una razón para tratar de justificar su falta de responsabilidad, lo que yo llamo: excusa que solo a ellos convence. Algunos ni siquiera se disculpan pues es ya tan parte de su personalidad que lo dan por algo común y corriente.

¿De dónde ha salido y dónde se ha originado este mal e indeseable hábito que tanto daño causa a las familias y a la sociedad en general? No hay que ir muy lejos ni hay que pensarlo demasiado para llegar a la conclusión de que es en el hogar donde está el foco de infección, por lo tanto, todos o casi todos sus miembros padecen de este mal, afectándose unos a otros y afectando a la sociedad.

El reloj para estas personas es su peor enemigo y es esta la manera de decir al mundo que a ellos nadie les impone condiciones ni límites... se mandan a sí mismos y no se preocupan por tomar en cuenta el orden establecido por Dios ni por nadie. Es esto el efecto de una causa mayor y oculta a la cual no  le han dado la importancia debida aquellos que se han dejado influenciar por una sociedad enferma y agonizante carente de altos valores y principios. Es la rebeldía propia de la naturaleza humana, que en algunos ha hecho estragos, marcando así generación tras generación, con un lastre que solo Cristo puede quitar... si se crea conciencia del mal y se le permite a Él que haga el milagro.

A veces se nos olvida que al aceptar a Jesús como Salvador, inmediatamente pasamos a formar parte de un ejército, el ejército de Dios, el cual también tiene sus reglas y estatutos, las cuales hay que obedecer y guardar. Los que han pertenecido a alguna organización militar, han aprendido a ser responsables y organizados en este particular, porque aunque en el principio de su jornada esto le costara esfuerzo y sacrificio para poder cumplir con ciertas directrices de sus superiores, han tenido que hacerlo por dos razones: 1.) Lograr los beneficios de ascenso y otros privilegios y 2.) Por evitarse serias consecuencias si no se disponen a cumplir.

¿Será este cuerpo más importante y rendirá mayores beneficios que el ejército del Señor? -¡JAMÁS! No hay comparación posible ni nada que se le pueda igualar. Por lo tanto, pongamos en balanza lo que está en juego y dispongamos nuestros corazones a entender que el ser puntual es parte de la disciplina que nos corresponde llevar a cabo, tanto para el que se llama cristiano, como el que no lo es. Si no lo eres... puedes serlo ahora, arrepintiéndote de todos tus pecados, y aceptando el perdón que Dios te ofrece a través de Jesucristo. 

Si ya eres parte del pueblo de Dios y te has dejado manejar por esta práctica tan poco digna de un cristiano, toma la decisión de abandonarla HOY, y no permitas que tu dejadez e indiferencia en este particular te distancie de tu Dios. Recuerda... las pequeñas zorras tienen el poder de dañar las viñas y mientras más fuertes y grandes se hagan, mayores serán los estragos. Toma hoy la decisión y serás librado(a) de una carga que, a lo mejor, la llevabas sin poderla identificar, no pudiendo relacionar sus consecuencias con el mal.

Recibe HOY el amor de Dios y empieza a gozar de Su amistad
¡Si supieras lo que es para tu paz!

    

 

 

 

 

        

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