¿Puedes dormir cuando sopla el viento?

Un apuesto joven llegó a una finca a solicitar trabajo como jornalero. Cuando el viejo granjero que lo entrevistaba le preguntó por sus  calificaciones, éste contestó muy confiado: “Yo puedo dormir cuando el viento sopla.” Esas palabras dejaron al granjero algo confundido. No obstante, le simpatizaba el joven de apariencia agradable, y lo contrató.

Días más tarde, una fuerte tormenta despertó bruscamente al granjero y a su esposa durante la noche. Comenzaron ellos a inspeccionar todas las áreas para ver si todo estaba bien asegurado. Encontraron que los cerrojos en la finca estaban bien sujetados. Una buena provisión de leña había sido colocada al lado de la chimenea. Todas las  herramientas estaban bien organizadas en la cabaña de almacenaje. El tractor había sido movido hasta el garaje. El granero estaba cerrado adecuadamente y hasta los animales estaban tranquilos. El joven jornalero dormía plácida y profundamente. Todo estaba en orden. El granjero entonces comprendió el significado de las palabras del joven, “Yo puedo dormir cuando el viento sopla.”

Debido a que el jornalero fue fiel en desempeñar su trabajo cuando el cielo estaba claro, estaba preparado para cuando azotara la tormenta. Por eso, cuando ésta llegó y el viento sopló, estaba completamente tranquilo y sin temor alguno. Pudo dormir en paz.

¿Cómo podemos aplicar esta historia a nuestras vidas?

Cuando dejamos de hacer lo debido en el tiempo oportuno es lo que produce dolor de corazón en la puesta del sol.

Por: Autor desconocido


 

La Verja y su Enseñanza

Éste era un niño con un carácter muy fuerte. Un día, su padre, queriendo darle una lección, le entregó una bolsa con clavos dentro y le dijo, que cada vez que perdiera su temperamento, fuera hasta la verja que estaba en la parte trasera de su casa y, con el martillo, le enterrara un clavo.

El primer día, el niño le incrustó 37 clavos a la verja. Según pasaban los días iban bajando en número. Descubrió con este ejercicio, que le era más fácil controlarse, que seguir clavando. Llegó el día, cuando el niño se pudo controlar en todo momento sin dar rienda suelta a sus rabietas.

Muy contento, se lo comentó a su padre quien le sugirió, que de ahí en adelante, por cada día que pudiera controlar sus impulsos, fuera a la verja y sacara un clavo de los que le había enterrado. Los días pasaron y por fin el niño estuvo listo para decirle a su papá que ya había sacado todos los clavos.

El padre tomó al niño de la mano y lo llevó hasta la verja. Le dijo: “Has hecho bien, hijo, pero… obseva ahora todos los rotos que hay en la verja.” Esta verja jamás volverá a ser la misma. Cuando tú dices ciertas palabras con ira, y ofendes a personas, ésto deja una marca igual que éstas que vemos en la verja. Tú puedes herir a alguien con un arma y luego arrepentirte, pero no importa cuántas veces le digas que sientes haberlo hecho, la cicatriz en él, permanecerá. Una herida causada por una palabra ofensiva es tan horrible y dañina como una física.

Por: Autor Desconocido


 

Bendecido para Bendecir

Un hombre tenía un sembradío de flores estupendas. Cada día salían de su cultivo centenares de paquetes para vender en la ciudad con las flores más bellas y fragantes que hasta entonces se habían visto en los alrededores de su territorio.

Año tras año, ganaba el premio de las flores más grandes y de mejor calidad y como era de esperarse, era la admiración de todos en la región. Un día se le acercó un periodista de un canal de televisión y le preguntó, cuál era el secreto de su éxito, a lo que él le contestó:

- Mi éxito se debe a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las comparto con mis vecinos para que ellos también las siembren.

- ¿Cómo? – respondió el periodista. Pero eso es una locura, ¿acaso no teme que sus vecinos se conviertan en su competencia?

El hombre dijo: - Yo lo hago así porque al tener ellos buenos sembradíos el viento me va a devolver buenas semillas a mi cultivo y la cosecha va a ser mayor. Si no lo hiciera así, ellos sembrarían semillas de mala calidad que el viento traería a mi cultivo y cruzaría las semillas, haciendo que más flores sean de mala calidad. Así, todos somos bendecidos.

Lo mismo ocurre en nuestra vida. Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien también, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros igualmente encuentren la felicidad, pues el bienestar de cada uno está unido al bienestar común.

Artículo tomado de: Reflexiones de Aliento Diario


 

 

¡Salta!

Cuando era niño decía a las personas que mi padre era el más fuerte del mundo. Salía afuera y vociferaba para que todos los vecinos escucharan: “¡Los brazos de mi papá son tan fuertes como un camión! Es el hombre más fuerte del mundo …”

En aquella época, crecía un  árbol de cerezo en el patio; estaba en un lugar oculto. A tres metros de la tierra, una rama robusta formaba una horqueta horizontal, en la cual me tendía boca abajo a leer, meditar, o a estar solo. Ese era mi lugar de refugio. Ni siquiera mis padres sabían dónde me escondía. A veces papá salía y me llamaba pero no me veía entre el follaje. Me sentía tramposo. Entonces… vino la tormenta.

Un día, el viento arreció de tal forma que golpeó el árbol con mucha violencia; me arrancó el libro de las manos y casi me tira de la rama. Me aferré a la horqueta y quedé colgando de la rama con la cabeza en medio. Intenté subir las piernas, pero el árbol se sacudía terriblemente con el viento…

- ¡Papáaa! Papá me vio y vino corriendo a pesar del viento y mal tiempo. Sentí alivio al verlo pues pensaba que él subiría al árbol a rescatarme. Pero ese no era su plan en absoluto. Se paró justo debajo de donde yo estaba y extendiendo los brazos, gritó:

- ¡Salta! Yo te agarro.

¿Que salte? Mi padre estaba loco. Estaba a unos tres metros abajo, con sus dos brazos extendidos hacia mí, diciéndome que saltara. Si lo hacía y no caía en sus brazos, me golpearía en el suelo y moriría…

Pero el viento y la lluvia golpeaban contra el cerezo, lo doblaban y quebraban la horqueta. Saqué un pie; la madera crujió y se quebró. Tenía un miedo horrible. No salté; me rendí y me dejé caer. Me voy a morir, pensé. Pero mi papá… me agarró.

En una gran tormenta, el árbol que simboliza nuestro mundo estable, es sacudido, y por instinto, nos agarramos más a él; nos aferramos a los hábitos que nos han ayudado en el pasado: nuestro poder, la razón, los sentimientos… Perdemos mucho tiempo gritando: ¡No!

Dios siempre está presente y en control, y es Él quien nos dice: ¡Salta!

Artículo tomado de:
Historias de aliento para la familia


 

La Caja de Regalo

Un joven estaba a punto de graduarse de la universidad. Hacía muchos meses que admiraba un hermoso auto deportivo. Sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que ese auto era todo lo que quería. Según se acercaba el día de Graduación, el joven esperaba ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto.

Finalmente, en la mañana del día de Graduación, su padre le llamó y le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba. Tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso y de algo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una Biblia, muy hermosa y con su nombre escrito en letras de oro.

Enojado, le gritó a su padre diciendo: "con todo el dinero que tienes, y lo único que me das es esta Biblia?" y salió de la casa.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia. Al enterarse que su padre, que ya era anciano, estaba muy enfermo, decidió visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su Graduación.

Antes de partir para verlo, recibió un telegrama que decía que su padre había muerto y le había dejado todas sus posesiones, por lo cual debía salir urgentemente para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó, una tristeza y arrepentimiento llenó su corazón de pronto.

Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión le había dado. Con lágrimas, la abrió y empezó a hojear sus páginas.

Su padre cuidadosamente había subrayado un verso en Mateo 7:11 "Y si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, cuánto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos lo que le pidan?

Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia. Tenían una tarjeta del lugar donde había visto ese auto deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del día de su graduación y las palabras: TOTALMENTE PAGADO.

¿Cuántas veces hemos rechazado y perdido las Bendiciones de Dios porque no vienen envueltas en paquetes hermosos, como nosotros esperamos?

Autor Desconocido


 

Amor Paternal

Trabajando en un centro médico, noté la presencia de un distinguido caballero y su pequeño hijo, quienes iban todos los días al centro de quimioterapia. El hombre llamaba la atención por su elegante modo de ves-tir y su frondosa cabellera plateada. Mientras lo observaba junto a su sonriente hijo de 5 años, era imposible determinar cuál de ellos estaba recibiendo tratamiento.

Un día, al pasar a mi lado, mi atención recayó en el niño. Le faltaba la gorra que solía usar, dejando al descubierto su brillante cabeza rapada. Miré al padre y ante mi sorpresa, él también estaba completamente pelado como su hijo.

–“Mira a mi papá.” –dijo el niño en tono alegre. –Se afeitó la cabeza para que nos viéramos iguales. ¡Nos va a crecer el pelo a los dos juntos!

Su padre sonrió simplemente, pareciendo más distinguido que nunca.

Artículo de:  Readers Digest

 


 

Más vale dar que recibir…

En los días en que un helado con sirop costaba mucho menos de lo que cuesta ahora, un chico de diez años entró a un restaurante y se sentó a la mesa. La camarera le sirvió un vaso con agua.

¿Cuánto cuesta un helado con sirop?
- preguntó el chico.

Cincuenta centavos. - le contestó la camarera.
El muchacho sacó algunas monedas del bolsillo y las contó.

-¿Cuánto vale un helado solo, sin sirop? – preguntó.

Había gente esperando por una mesa y la camarera estaba empezando a impacientarse.

-Treinta y cinco centavos – le dijo ásperamente.

El muchacho volvió a contar las monedas.

- Tráigame el helado solo – le dijo.

La camarera le trajo el helado, puso la cuenta sobre la mesa y se retiró. El chico, al terminar con el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la camarera regresó y empezó a limpiar la mesa, se quedó atónita. Al lado del plato vacío, había dejado el chico quince centavos… su propina.

“ … Recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo:
 Más bienaventurado es dar que recibir.” Hechos 20:35.

¿Estaríamos nosotros en la dispocisión de sacrificar un deseo por hacer lo que nos corresponde? ¡Qué lección recibió la camarera y cuánto valor adquirió en un momento la cantidad de… 15 centavos!

Autor Desconocido


 

 Hablemos… VIDA

Vivió Carla una experiencia que marcó para siempre su vida libertándola de un hábito que no había advertido hasta entonces y el cual causó mucho mal, no solamente a ella misma, sino a otros también.

No podía controlar sus impulsos de quejarse por todo, hablar en forma negativa y hasta hablar mal de los demás. Pasaba por alto las virtudes de otras personas y resaltaba lo que para ella eran sus defectos. Comenzaba con elogios y terminaba con un PERO, para traer entonces cosas negativas a todo el que le prestaba sus oídos.

Separaba tiempo para edificarse con temas que sustentaban su alma, pero luego se dejaba llevar por las insinuaciones del maligno para hablar lo que no debía, echando así por la borda y rechazando cualquier bendición que había recibido con anterioridad por no ser prudente en las palabras que salían de su boca. “La muerte y la vida están en poder de la lengua.” Proverbios 18:21

Hasta que un buen día, sintiéndose miserable, lloró hasta cansarse al pensar cómo había ofendido a Dios y cuántas vidas había dañado con sus comentarios viciosos. Pudo entender que ciertas peticiones que había hecho al Señor estaban impedidas de contestarse debido a ese hábito de hablar sin prudencia, pues se dio cuenta que la fe que necesitaba para  acercarse a Dios, le faltaba. “La fe obra por el amor.” Gá. 5:6. Arrepentida y dolida pidió perdón a Dios quien le mostró que … para amar a los demás, debía empezar por amarse a ella misma.

“La bendición del Señor es la que enriquece,
y no añade tristeza con ella.” Proverbios 10:22

Autor Anónimo

Comentario: Cuidemos las palabras que salen de nuestra boca; sean éstas siempre, la medicina, el aliento y la fortaleza que necesita el que nos escucha. ¡Hay tanto valor en las palabras sabias y llenas de amor, y hay tanta necesidad de compartir lo que edifica, sana y consuela!

¡Grande es el bienestar que se siente cuando hablamos lo que bendice, cuando hablamos vida! “El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡Cuan buena es!” Proverbios 15:23.


 

La Era de Piedra

Elena habla por su teléfono celular con su mejor amiga, de todos y todo lo que ocupa su mente en el momento. Buscando escapar del mundo que le rodea, se concentra en la conversación, más y más, como si estuviera despidiendo a su amiga para no verla más. Esto se repite día tras día… ha hecho del aparato telefónico, su aliento de vida.

Martita, concentra todo su interés en su programa de TV favorito, sin dejar de intercambiar canales cuando los anuncios interrumpen su embelesamiento, mientras come cualquier cosa para saciar su hambre, sin tomar en cuenta al resto de la familia.

Pedrito, concentrado de manera preocupante y enfermiza, en el nintendo que se ha convertido en su amigo inseparable, y el refugio inmediato tan pronto hace la entrada a su hogar.

Luis, con los auriculares de su equipo portátil, cual aureola permanente sobre su cabeza, se deleita en escuchar música mientras se contorsiona al ritmo estridente de la misma. Parece estar hipnotizado ante el alboroto que le impide advertir que hay otros seres a su alrededor.

Carmen, encerrada en su habitación, disfruta de la sesión diaria de chateo con amistades y extraños a través de la computadora intercambiando banalidades y asuntos sin fundamento alguno.

¡Cómo el supuesto progreso ha estado degenerando a gran parte de la sociedad! ¡Cuánto han cambiado los intereses, los valores y el estilo de vida de generación en generación! ¡Cuánto se ha lesionado el hogar, la familia y la convivencia diaria bajo un mismo techo! Todos miembros de una misma familia, pero tan distantes unos de otros como lo es la tierra del resto de los planetas. ¡Cada cual refugiado en su escondite sin  que haya algo o alguien que pueda unirles! Porque… los principios y verdaderos valores brillan por su ausencia! El verdadero significado de hogar y familia es menospreciado e ignorado por lo que no se toma en cuenta ni se da al asunto la importancia que tiene.

Los adultos en su mundo, los jóvenes en el suyo y a los niños no les queda otro remedio que crear también sus fortalezas, sin saber nada de aquello que le conviene.

La ciencia y los adelantos tecnológicos han ido atrofiando la capacidad de los niños y jóvenes para crear, y de hacer de su tiempo libre, el mejor momento para edificarse y enriquecerse llevando a cabo aquello que suponga satisfacción verdadera. ¿Sabes por qué? Porque carecen de alguien que les instruya y se constituya en el modelo a quien puedan imitar.

¿Cuánta juventud le da a la buena lectura el valor que tiene? ¿De qué caildad es la música que se escucha en los hogares y/o en los automóviles? ¿Cuántos se disponen a descubrir sus talentos y habilidades para perfeccionarse en aquello que pueda suponer bendición y no maldición para los que le rodean? ¿Cuántos le dan rienda suelta a su imaginación considerando la inventiva para crear en vez de tomar cualquier cosa ya hecha con la cabeza de otro? ¿Cuántos son prudentes poniendo en balanza los pros y los contras para tomar aquello que edifica y desechar lo que degrada?

Lo edificante, lo positivo, los conocimientos sabios adquiridos, los buenos hábitos y las sanas costumbres, impiden que el ocio se adueñe del tiempo libre para inducir a hacer lo indebido y/o aquello que para nada abona al crecimiento espiritual y emocional saludable de una persona.

¿Cuántos padres y madres han reconocido que un hogar sin Cristo es como un barco a la deriva? ¿Cuántos ignoran que están lidiando con sus propias fuerzas contra potestades de las tinieblas que solo con Jesús pueden vencer? ¿Cuántos prefieren que sus hijos se pierdan antes que abrir la puerta de su hogar al Rey de Reyes y Señor de Señores?

_"Prefiero verte muerto antes que asistiendo a una Iglesia Evángelica." Esta fue la sentencia que un padre necio echó sobre su hijo, cuando éste le dijo que se estaba reuniendo con un grupo de jóvenes evangélicos.

Resultado de esa necedad y sus Consecuencias:

Lo que el hombre confesó con su boca, eso le vino. No mucho después, el joven, ante las amenazas de su padre, se apartó de la Iglesia, sucumbió a la drogadicción, y por causa de una sobredosis... murió. Triste y trágica la experiencia vivida para una familia completa por echar de su hogar al que había llegado para impedir que eso ocurriera... JESÚS  de Nazaret.

Es la era que nos ha tocado vivir; es el tiempo que marca un futuro incierto, es la era de piedra en que tal parece que ni se siente ni se padece. Y esto, pasando por alto las más serias consecuencias que está enfrentando mucha sociedad por vivir la vida como si Dios no existiera. Gracias al Señor por los que aún se esmeran en vivir la vida como Dios manda.

¿Eres parte de ese grupo que camina con vendas en los ojos? ¿Estás dispuesto/a a cambiar de rumbo y dejar atrás tu vieja manera de vivir? Aún estás a tiempo… No dejes pasar el momento que puede significar… la oportunidad que, sin saberlo, has estado buscando. Extiende tu brazo, abre tu mano y alcanza lo que el Dios de amor te está ofreciendo. ¡Tu vida cambiará... en un abrir y cerrar de ojos!

Artículo de la autoría y propiedad de Maran-ata.net
Zaida C. de Ramón

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