...
Bienaventurado
aquel cuya transgresión
ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
Bienaventurado
el hombre a quien Jehová
no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu
no hay engaño.
Mientras
callé, se envejecieron mis huesos
en mi gemir todo el día. Porque de día y de
noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió
mi verdor en sequedades de verano.
Mi
pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: confesaré mis transgresiones a Jehová;
y Tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Por
esto orará a Tí todo santo en el tiempo
en que puedas ser hallado; ciertamente en la
inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él.
Tú
eres mi refugio; me guardarás de la angustia;
con cánticos de liberación me rodearás.
Alegraos
en Jehová y gozaos, justos; y cantad
con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.
SALMO
32:1-7, 11
¡Qué
bien se siente aquel cuyos pecados han sido perdonados!
¡Cuánta libertad produce el creer que todos fueron echados a
lo más profundo de la mar y que Dios ya no se acuerda de ellos!
Sólo la FE en la sangre de Cristo puede hacer el milagro. Si
aún no has experimentado tal bendición, ahora es el momento,
NO lo dejes pasar. ¡Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades
son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos! ¡Bienaventurado
el varón a quien el Señor no culpa de iniquidad! |
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