Lee cada
porción bíblica, medita en ella, confiésala con tu boca y
créela con tu corazón. Permite que cada semilla caiga en terreno fértil y verás cómo
en su tiempo segarás los frutos que hoy has sembrado.
Haz
que la vida y el poder de la Palabra de Dios fluya libremente y se manifieste en tu
vida, haciendo aquello para lo cual ha sido enviada. |